No me llames extranjera
Artículo de Rosa Montalvo.
Tomado de SER
"Porque me trajo un camino, porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares, y un día zarpé de otro puerto. Si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos, los amigos que nos nombran y son iguales los besos”.Rafael Amor
Salir de su país hacia otros mundos, incluso si son tan cercanos como pueden ser los países de frontera, siempre es iniciar un nuevo camino, que muchas veces no tiene retorno. La decisión de la partida no es sencilla, sea cual fuere el motivo no se define de la noche a la mañana. “Si lo hubiera comentado, si lo hubiera planteado como una posibilidad, entonces me hubieran dicho, ¡No! ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¿Si se te va mal?” (1) Así testimonia una migrante peruana radicada en España el momento en que decide salir del país en busca de nuevas oportunidades, en un momento en que la crisis económica en nuestros países se reflejaba en el aumento de los niveles de pobreza, desempleo y la falta de alternativas. Aproximadamente unos dos millones de peruanos y peruanas salieron del país en los últimos 20 años, un altísimo porcentaje de mujeres, muchas de las cuales han tenido que enfrentar las duras condiciones que impone un proceso migratorio, cuando el lugar de llegada en la mayoría de ocasiones se presenta hostil y lleno de incertidumbre.
Sin duda, en ningún período de la historia de la humanidad la movilización de la gente ha sido tan extraordinaria como en las últimas décadas en el marco de la llamada globalización. Es cierto también que en ningún otro momento de la historia, las personas migrantes han encontrado tantos obstáculos para desenvolverse con libertad y gozar de derechos al moverse de un lado a otro, al contrario de la libertad y facilidad con las que se mueven por el mundo las mercancías. Exigencias de cada vez más requisitos para entrar a los países, imposición de nuevas reglas para los que migran o desean hacerlo, persecución, negación, invisibilización, son algunas de las situaciones que viven los y las migrantes, especialmente en los países que se vislumbran como el lugar de los sueños y las oportunidades. Señala Zygmunt Bauman que “La combinación actual de la anulación de visas de ingreso y el refuerzo de los controles de inmigración tiene un profundo significado simbólico; podría considerarse la metáfora de una nueva estratificación emergente. Pone al desnudo el hecho de que el "acceso a la movilidad global" se ha convertido en el más elevado de todos los factores de estratificación.” (2)
Las personas migrantes, pese a que contribuyen en cada uno de los países de llegada con sus aportes e impuestos, y con las remesas a sus países de origen, muchas veces experimentan la angustia que les impone el vivir de irregulares, con las consecuencias que eso conlleva, como la posibilidad de ser deportadas, trabajos precarios, bajos ingresos, además de las profundas implicancias a nivel subjetivo, pues a los sentimientos de temor y angustia se aúna el sentimiento de invisibilidad, de inexistencia al que se refiere Alexandra, una migrante ecuatoriana: “Pero con los papeles, uno se siente más seguro. Decir, que nosotros éramos invisibles, que los que estábamos sin papeles éramos gente invisible” (3)
Pero hay situaciones de angustia e incertidumbre que una persona extranjera puede experimentar pese a tener papeles y residir legalmente en un país, situaciones que ponen en juego sus derechos humanos y la colocan en condiciones de vulnerabilidad. Es el caso del religioso Paul Mc Auley, quien pese a radicar desde hace unos 20 años en el país fue notificado de la cancelación de su residencia supuestamente por haber violado las normas de extranjería (4) al haber participado en manifestaciones públicas contra la depredación medioambiental, lo cual ha dado pie a que se le acuse de alterar el orden público, sin que esto haya sido probado. Las expresiones de respaldo y de denuncia de la transgresión a los derechos del misionero no se han hecho esperar. Desde los pueblos indígenas a los que ha defendido con tesón, hasta instituciones, líderes religiosos y la ciudadanía en general han cuestionando la resolución. El comunicado emitido por la Conferencia de Religiosos del Perú señala: “La expulsión del hermano Paul es sentida por los miles de religiosos peruanos como una seria afrenta a nuestra misión, cumplida en fidelidad a Cristo; también constituye un grave atentado contra la democracia en el país y contra el convenio que el Estado Peruano y la Santa Sede suscribieron hace años.” (5)
Por su parte el primer ministro Javier Velásquez Quesquén ha reafirmado sus razones para la cancelación de la residencia al declarar: “Tengo información de que el sacerdote estaba soliviantando a la gente haciendo política, y nuestro país se reserva el derecho de respetar el sistema democrático.” (6)
Hacer política es la acusación que se le hace al misionero extranjero cuando, como lo señala Hannah Arendt, la política “es una necesidad ineludible para la vida humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de la política es asegurar la vida en el sentido más amplio.” (7) Eso es lo que la labor del misionero Paul Mc Auley ha significado, luchar para asegurar la vida de miles de peruanos y peruanas, indígenas, que se ven afectados por la irresponsabilidad de empresas para quienes muchas veces la vida de las personas no entra en el cálculo de las ganancias.
Si el ejercicio de los derechos políticos constituye la base para el ejercicio de otros derechos, cabe preguntarse si en realidad en esta sociedad globalizada es democrático que sectores de la población que viven, que pagan impuestos, que sueñan, que trabajan, que estudian, que aman en un país en donde construyen su vida, no puedan ejercer sus derechos políticos plenamente o que vean restringido alguno de sus derechos humanos, como sucedió hace poco con los derechos sindicales de las personas extranjeras en el Perú al no aceptar un funcionario del Ministerio de trabajo inscribir el sindicato de trabajadores y trabajadoras de ONGs y afines porque las personas extranjeras afiliadas no tenían DNI, sólo carné de extranjería. Desde las pequeñas restricciones que tienen un impacto en el goce de derechos hasta las más grandes, como la cancelación de la residencia del misionero, son todas parte de un mismo equipaje, el considerar a las personas extranjeras como no iguales o menos iguales, pese a que la Constitución señala que nadie puede ser discriminado por motivos de origen.
En el Perú, las personas extranjeras tienen derecho a participar en las elecciones municipales, elegir y ser elegidas, y participar en las decisiones colectivas en su provincia o distrito (8), mientras que no pueden participar en las elecciones legislativas o presidenciales. ¿Será que se considera que las elecciones municipales y la intervención a nivel local tienen menor valor político?
Una democracia se fortalece mientras más ejercicio de ciudadanía haya, mientras más fuerte sea la comunidad política. Mientras las personas extranjeras no tengan las posibilidades de elegir, ser elegidas, de gozar ampliamente de los derechos políticos y se tomen decisiones que dirigen sus vidas sin que puedan intervenir en esas decisiones, no sólo prevalecerán situaciones de injusticia sino también esto pone en cuestión la democracia misma. Es cierto que la participación de personas extranjeras en la comunidad política debe tener determinados parámetros. Un elemento que puede considerarse es el tiempo de residencia en el país, por ejemplo, lo que ya se ha incluido en la Constitución ecuatoriana, que señala que una persona extranjera podrá votar en todos los procesos electorales, si ha residido al menos 5 años en el país, aplicándose aquí el criterio de que una residencia continua garantiza el arraigo social y la inserción en el país de la persona extranjera.
Por el momento, en el caso del misionero, si la orden de expulsión se ejecuta pese a que las acusaciones que se le imputan han sido ampliamente desvirtuadas, una nube se cierne sobre la vida de cualquier persona extranjera en el Perú, que podría ser acusada de alterar el orden o de ser una amenaza y ser expulsada por ello, pese a que para muchas de nosotras, luego de tantos años de iniciado el trayecto migratorio, hemos guardado en los baúles los miedos iniciales, olvidado los adioses de los pañuelos en las terminales y los aeropuertos, limpiado hace mucho las pupilas borrosas que dejan los adioses, echado raíces que resisten vientos y tempestades y soñamos ahora en el país en que vivimos con poder alzar las voces y vivir el milagro de la libertad, que es finalmente el sentido de la política, como bien nos lo recuerda Arendt.
Notas:
(1) Entrevista personal
(2) Zygmunt Bauman (1999): “Turistas y vagabundos”, en Bauman, Zygmunt, La globalización: consecuencias humanas, Fonde de Cultura Económica, Buenos Aires.
(3) Entrevista personal.
(4) Ley de extranjería, Artículo 63.- “La cancelación de la Permanencia o Residencia, procederá: 1. Por realizar actos contra la Seguridad del Estado, el Orden Público Interior, la Defensa Nacional”
(5) Pronunciamiento de la Conferencia de Superiores Mayores Religiosos del Perú, 6 de julio, La República. http://www.larepublica.pe/pagina_impreso.php?pub=larepublica&anho=2010&m...
(6) “Velásquez dice que Mc Auley es agitador, y religioso le refuta”, 4 de julio del 2010, La República. http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100704/1/node/276458...
(7) Hannah Arendt (1997): ¿Qué es la política? Traducción de Rosa Sala Carbo. Paidos e Instituto de Ciencias de la Universidad de Barcelona. Barcelona.
(8) El artículo 7º de la Ley N ° 26864 de Elecciones Municipales dispone que los extranjeros mayores de 18 años, residentes por más de 2 años continuos previos a la elección, están facultados para elegir y ser elegidos, excepto en las municipalidades de frontera, para lo cual deben inscribirse en el registro correspondiente